jueves, 9 de septiembre de 2010

Dolor

Nunca creí que tu partida me dolería tanto, todo fue tan rápido que no tuve tiempo siquiera para saber qué es lo que ocurría, como la noble tranquilidad con que la muerte llega y la naturaleza la asume, te vi en sus velos. No sólo me duele el hecho que ya no estás, sino haberme hecho la idea que nunca te moverías de donde te encontrabas me aseguraba que siempre estarías bien, nunca pasó en mi cabeza que este día fuera a llegar. ¿Por qué ahora que faltaba poco para no saber de nosotros y que la ignorancia de la visión no me dañara?
Cuando la maldad se reía por tu partida, yo me hundía en una extraña agonía, por un momento pensé que estaba enloqueciendo, cuando vi que no era el único que sufría.
Ahora que no estás es curioso ver todo el bien que dabas, sin pedir mucho. Nunca había percibido tan fuertemente la nobleza de la naturaleza, la nobleza que imprimiste incluso después de tu partida.
Llevo una parte de ti conmigo, y nunca te olvidaré.