jueves, 22 de noviembre de 2012

La Ola

El día de hoy soñé que me encontraba en una playa aparentemente virgen, en esa playa habían personas que se notaban despreocupadas, pero a la vez interesadas en la felicidad propia y en la armonía con los demás, sin invadir el espacio de sus vecinos, todos vestían trajes de baño de color blanco. A lo lejos veía unas figuras en el mar que se acercaban a la orilla, por lo que muchos de los que se encontraban en la playa abandonaban su postura de comodidad, tal vez yo era el único que no sabía qué ocurría desde el principio; a una distancia razonable distinguimos que eran dos delfines, uno de ellos se acercaba a mí y agachaba su cabeza para que yo lo pudiera acariciar, así como los delfines amaestrados de los parques acuáticos, al considerar que era salvaje, no me era tan sencillo romper el hielo y aventurarme a acariciarlo: Primero me puse de rodillas para estar a la misma altura, después me acerqué lentamente con el brazo estirado previniendo cualquier tipo de anomalía y así perder el miedo poco a poco. Puse mis dedos sobre su piel, era fría y húmeda, como la de cualquier pez, a diferencia que estaba tensa y suave.
Finalmente el delfín así como yo nos conectábamos(ya no había nada que temer). Él danzaba sobre la superficie del mar primero moviendo sólo la cabeza, después lo abrazaba ya sin alguna complicación y se retiraba de mi lado con dos tercios de su cuerpo fuera del agua, porque su visita sólo fue para hacerme saber que los momentos de felicidad son plenos, pero también cortos, como su visita.
En la noche de este mismo día mi sobrino se acercó con una hoja de papel y me dijo: Tío ¿me puedes dibujar un delfín?


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